Posiblemente uno de las afeccciones degenerativo más importantes con los que nos tenemos que enfrentar los profesionales de la salud ocular. Suele detectarse en jóvenes a partir de la pubertad y tiende a progresar durante varias décadas, estabilizándose por lo general a partir de la treintena.
Las gafas no pueden corregirlo de forma adecuada y debe recurrirse a las lentes de contacto, casi siempre semirrígidas.
Los implantes de “anillos” o de segmentos anulares intracorneales (SAI) es la solución oftalmológica contra este problema ocular. Se trata de unas piezas de plástico transparente rígido (PMMA), en forma de arco, que se introducen en el espesor de la córnea.